Lo acontecido en el Estadio Pascual Guerrero, el pasado clásico, es una demostración que seguimos al lado de una bomba de tiempo y si no tomamos drásticas y serias medidas, un día nos encontraremos ante una situación ya incontrolable y con muertos a bordo. No podemos quedarnos pensando que el correctivo es la sanción de la Dimayor a la plaza de Cali.
Las medidas deberán ser más firmes y contundentes y sin posiciones blandengues y ambiguas ante la evidencia demencial de la violencia.En las últimas horas he conversado con varios líderes de Barón rojo y ellos están desconcertados e impotentes ante la manera descontrolada con el que han actuado algunos miembros de la barra, pero este no es un mal exclusivo de una masa de hinchas; delincuentes vestidos con la camiseta de un equipo se han infiltrado en dichas barras y han convertido algunas tribunas en un territorio en el que se venden alucinógenos, licor y hasta se trafica con armas blancas.